martes, 23 de febrero de 2010

Las nuevas tecnologías y la cultura

A mediados de 2001 escribí este ensayo para algún concurso literario. Aunque no tuve éxito, bien vale para reflexionar, parándonos diez años atrás, sobre la influencia de la tecnología sobre la cultura la filosofía, la ciencia y la comunicación social hasta llegar a lo que denominamos "paradigma digital".

"Los grandes inventos han nacido del mundo de las "manías", de los hobbies. No surgen de la gran empresa desarrollada, sino del laboratorio del iluminado solitario o del taller del hombre de múltiples oficios." Edgar Morin ("El cine o el hombre imaginario", pág. 16)


La mayor parte de las veces, los inventos le sirvieron al hombre para concretar importantes adelantos para mejorar su nivel de vida. Sin embargo, con respecto a los adelantos que tuvieron que ver con la cultura, muchas veces no existía un proyecto cultural previo para dar marco a esos inventos, y sus contenidos tenían que ver con técnicas del pasado. El presente ensayo intenta abordar la actual "revolución digital" desde una mirada cultural, afirmando que no existe un proyecto de la jerarquía que tuvo por ejemplo  la Enciclopedia de los iluministas franceses del siglo XVIII.; aunque haya quienes consideran a Internet cono la gran biblioteca universal, y aunque en este comienzo de siglo se maneje un volumen inconmensurable - y por eso oscuro- de información..


Las revoluciones tecnológicas y la comunicación


El paradigma tipógráfico

Si repasamos la historia de los adelantos técnicos en materia de comunicaciones, podemos notar que las críticas que reciben están generalmente enmarcadas dentro del paradigma del invento precedente. Por ejemplo, la escritura tuvo sus oponentes: Platón decía que la misma iba a volver a los hombres tontos y olvidadizos, porque el acervo cultural estaba asegurado por la memoria de los filósofos, y confiar la historia y las ideas a un soporte como el papel significaba para estos pensadores un acto de locura, porque el saber ya no estaría centrado en la capacidad de razonamiento del hombre, sino en un volumen de hojas escritas. Sin embargo, el invento de la escritura todavía cargaba con el pesado lastre de muchos siglos de oralidad:

"Cada técnica es, en sus comienzos, un marco y un instrumento, un medio. Su contenido pertenece a la técnica precedente. Así, los primeros libros escritos eran sólo el registro de una cultura oral. En este período, no se concebía una lectura que no fuera realizada en voz alta." (Análisis de Marshall McLuhan, Pág. 11)

Desde ese entonces, el advenimiento de un invento no implicaba una captación inmediata en la sociedad, ya que el cambio en la conducta de la gente lleva más tiempo. McLuhan asegura que con la invención de la imprenta de Gutemberg (1450), la humanidad asiste a. una verdadera revolución tipográfica, que no sólo cambiará su forma de comunicarse sino que  entre otras cosas  afecta a la economía:

"La introducción de la tipografía en la vida de una sociedad conmueve sus cimientos tradicionales. La economía se modifica y da lugar a la producción masiva, el trabajo artesanal pasa a ser trabajo en cadena y la vida colectiva retrocede ante la autonomía del individuo. En una palabra, lo impreso ha trazado una frontera entre la cabeza y el corazón". (Análisis de Marshall McLuhan, Pág.27)

El hombre pre tipográfico, según Mc Luhan, tenía contacto con el mundo con todos sus sentidos, especialmente con el oído. La invención del alfabeto fonético y la creación de la imprenta de tipos móviles, no hicieron más que priorizar el uso del ojo, y por lo tanto, se paso de una civilización oral a una visual. La alfabetización, que no es más que una repercusión gigantesca del invento de Gutemberg, colabora en el desarrollo de unos sentidos en detrimento de otros, y se traza una división interior en el hombre, que ya no puede prescindir del nivel de abstracción que implica la escritura. Otras de las consecuencias de la revolución tipográfica es que instauró al libro como mercancía, y creó los roles de autor y lector.


El paradigma electrónico

La creación del telégrafo representa para McLuhan el otro gran hito en la evolución de la Humanidad: hace su aparición la era electrónica, que  según el autor  es un proceso que no ha terminado. Los medios de comunicación como la radio y la TV acentúan esa tendencia. Pero lo más importante de la revolución electrónica es que el hombre recupera un contacto multisensorial con la realidad. A la estrechez perceptiva del lenguaje escrito le sucede otro tipo de percepción, donde el oído recupera terreno. Es por eso que, de alguna forma, la revolución electrónica representa un regreso al tipo de percepción anterior, pero con un agregado más:

"El carácter inmediato, instantáneo de la información transmitida por la electricidad compromete al hombre en la totalidad de sus sentidos y recrea un nuevo tipo de aldea".
(Análisis de Marshall McLuhan, pág. 16)

Este carácter de instantaneidad que comienza con el telégrafo y que se ha convertido en el rasgo fundamental de las transmisiones televisivas en vivo, crea la sensación de que todos
pueden asistir a los acontecimientos en el mismo momentos en que éstos suceden. La aldea ya deja de ser reducida y local, la aldea pasa a ser global.

Sin embargo, las posibilidades técnicas no se traducen mecánicamente en un cambio de contenidos: el cambio de paradigma no implica una transformación de los marcos
culturales sobre los que operan esos adelantos. Para corroborarlo, basta hacer una recorrida por algunos inventos que cambiaron la comunicación en los últimos siglos:

la fotografia (la primera imagen que se puede fijar sobre un soporte en forma permanente data de 1820) heredó las formas de composición de la pintura realista
el cine (que comienza en 1895) debe sus principios técnicos a la fotografía y su forma de componer el cuadro proviene del teatro
la radio  si bien se consagró desde los años 30' como el primer medio capaz de transmitir "en directo"  reinterpretó el universo de las novelas por entregas, de formato escrito, y las convirtió en un género fundamental: el radioteatro
•     la TV debe mucho al cine, pero además, en sus comienzos se basó en las puestas de escenas teatrales, y convirtió al radioteatro en teleteatro, conservando su estructura, y a
     veces hasta sus actores, que pasaron de un medio a otro.

Es interesante remarcar el cambio de percepción que supuso el paso de la fotografía al cine: la foto separaba al gesto de su contexto y lo fijaba en el tiempo, igual que el alfabeto
había separado la palabra del sonido. El cine restituye a la imagen como hermana del sonido, y así se restablece la globalidad de los sentidos por obra de la electricidad.


El paradigma digital

Se puede decir que la serie de cambios tecnológicos que se dieron desde los años 70', concretamente con la evolución de los microchips  cuyo crecimiento exponencial permite conservar cada vez más información en menos espacio  no hicieron otra cosa que acelerar la tendencia inaugurada por la electricidad. La fabricación masiva de computadoras personales sentó las bases del paradigma digital, que representó una economía de espacio y tiempo al reducir la información en ceros y unos. No sólo se trata de un cambio en la producción y decodificación de la información, sino que es importante la rapidez y simplicidad de su traslado a través de redes cada vez más poderosas. El cambio de soporte es fundamental: imágenes fijas y en movimiento, sonidos, textos y animaciones pueden compartir una misma superficie, y eso no sólo provoca un cambio en la comodidad de acceso y calidad de conservación de los registros, sino en la interrelación de las distintas formas de expresión. En este sentido, las enciclopedias en CD ROM primero e Internet, después, instauraron un nuevo concepto de "navegación" de la información. Desde un mismo aparato se puede acceder a audios, fotos, videos, textos y animaciones. A través de Internet se pueden consultar bases de datos, se puede tomar contacto con producciones originarias de lugares remotos... la aldea global de McLuhan en su máxima expresión.


Consecuencias de los avances técnicos

Tecnología y poder

Todo lo dicho hasta el momentos sobre los cambios tecnológicos parecería partir de una supuesta neutralidad de la tecnología: todo lo contrario. La neutralidad de los avances
técnicos es uno mas de los mitos que se tejen alrededor de los inventos, y que favorecen a quienes las crean y mantienen. Como dice George Landow, "una tecnología siempre
confiere poder a alguien. Da poder a los que la poseen, a los que la utilizan y a los que tienen acceso a ella" (1995)

Si volvemos a recorrer los inventos mencionados, podemos corroborar que la resistencia a cada nueva tecnología encuentra su verdadera causa no sólo en los cambios en la
producción y percepción de la información, sino también en que quienes manejan esos medios temen perder el "monopolio del saber":

"Cuando la memoria dejó de ser el único medio de conservar la información, el sentido literal de un texto ya no fue el sentido único, como lo era para el
hombre oral."
("Análisis de Marshall McLuhan, pág. 12)

La misma cuestión se plantea con el paso de la escritura artesanal a la producción
tipográfica de libros en serie. Si antes los monjes de clausura eran los copistas
especializados, y los pocos volúmenes permanecían celosamente custodiados en las
bibliotecas de los monasterios medievales, la creación de Gutemberg, no sólo rompió con
un sistema de producción de cultura, sino que acabó con el monopolio del manejo de la
información. El acceso al texto en forma individual (no grupal, manejado por un líder que
leía en voz alta recordando la supremacía precedente de la cultura oral), establece una nueva relación con el conocimiento: la libre interpretación de los textos, hasta los sagrados. No hubiera existido reforma religiosa si no fuera por la imprenta:

"El alfabeto, y luego la tipografia, permitieron la descentralización del poder.
Además, cada hombre podía esperar, en cierto momento, obtener ese poder
en la medida en que fuera apto para controlar los instrumentos de la nueva
técnica."
("Análisis de Marshall McLuhan, pág. 13)


Hegemonía en Internet

Una nueva técnica confiere poder a quien la maneja. El semiólogo italiano Umberto Eco aseveró categóricamente: "un país pertenece a quien maneja los medios de comunicación". El paradigma digital no escapa a la regla. Todavía se mantiene el mito de la neutralidad tecnológica, que en el caso de Internet es alimentado por los ideólogos de los centros de poder del primer mundo: Nicholas Negroponte, co fundador del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, cuna del desarrolló de las nuevas tecnologías informáticas) asegura que Internet es la democracia perfecta, porque no hay un centro que la maneje, sino que todos por igual tienen acceso a la red. Es más, el autor de "Ser digital", sostiene una nueva división social con respecto a las nuevas tecnologías: Las fuerzas que determinan la difusión del uso de la computación no es social ni racial ni económica, sino generacional. Las pobres y los ricos so tanto jóvenes como viejos." ("Ser digital, pág. 206)

Sostener que Internet es el medio democrático por excelencia se revela como una clara falacia cuando se comparan algunos datos: más del 80% de los sitios de Internet son norteamericanos, ese país es el que más personas conectadas tiene, y sólo el 3% de los habitantes del mundo acceden a la red, y hay piases corno algunos de África donde ni siquiera existen los teléfonos. Como paso siempre con los adelantos tecnológicos de todo tipo, el Tercer Mundo está infraestructuralmente en desventaja. La hegemonía norteamericana sobre las comunicaciones en Internet no sólo comprende la propiedad de los dominios en la red o el acceso de un mayor número de usuarios, sino que se extiende a las herramientas que son utilizadas para buscar información en la web. Aníbal Ford establece que: "Este es un proceso antiguo, pero en el cual hoy pesa la hegemonía "ideológico/clasificatoria" de Estados Unidos presente en toda búsqueda de Internet y produce, como también sucede en las enciclopedias en CD ROM, un proceso de desinformación global importante con respecto a los países pobres cuando no una intermediación o una intrusión en la información sobre ellos errónea e hipersimplificada." Los motores de búsqueda tienden a indexar en sus índices más sitios norteamericanos que de otros países. Asimismo, las enciclopedias como Encarta (producida por Microsoft, compañía norteamericana) contiene mucha información sobre determinados temas, y muy poca de otros. Entonces, la información deja de ser accesible a todos. Internet es un medio donde hay muchos receptores (aunque se trate sólo del 3°!o de la población mundial), pero muy pocos emisores, concentrados casi exclusivamente en un sólo país.


La sociedad de la vigilancia

Tal vez uno de los aspectos más preocupantes de la evolución actual de la tecnología es lo que Gary Marx llamó en 1985 la "Sociedad de la vigilancia". Desde que ingresamos nuestro número de tarjeta de crédito, o nos atendemos con un médico con nuestro código de identificación para la obra social, o cuando simplemente llenamos un cupón para participar de un concurso que promete un premio fabuloso, nuestros datos recorren las redes del comercio y sumados a la información de otros desprevenidos ciudadanos, forman una base de datos por la que pugnan las compañías de productos y servicios. Con Internet la cuestión se vuelve más delicada a la hora de resguardar la confidencialidad de la información. De hecho, ni en Europa ni en Estados Unidos hallan una legislación efectiva que contemple los delitos derivados de la violación de la intimidad. Para Aníbal Ford, "la lógica comercial tiende a imponerse y la privacidad deja de ser un derecho para convertirse en una commodity." ("La marca de la bestia", Pág. 198) La vida privada tiende a diluirse, forzada por el avance implacable de la sociedad de la vigilancia.. Este concepto fue abordado por el filósofo Michel Foucault, cuando analizó los sistemas carcelarios del tipo panóptico, que a su vez habían sido estudiados por otro filósofo: Jeremy Bentham. El panóptico es un tipo de construcción edilicia organizada en un centro desde el que se puede observar al reo en el lugar donde se encuentre, y este  a su vez- ¬no puede ver a quien lo espía. Es un tipo de control disciplinario, no coercitivos. Llama la atención que este tipo de dispositivos hayan sido abordados por la televisión en ciclos como "Gran hermano". El formato nació en Holanda y luego fue exportado a varios países, como la Argentina, con gran éxito de audiencia.

Es curioso que el nombre "Gran hermano" provenga de la novela futurista que George Orwell escribió hace cincuenta años, y donde imaginaba un gobierno tirano en la era post nuclear, que espiaba a todos los ciudadanos que no tenían vida privada. Sin duda, el mensaje de la novela de Orwell es atemorizante. Pero la TV se encargo de asimilarlo a su formato y  condimentado con productos propios como las estrellas de la TV y la serialización de la novela  y hace de la vida privada un espectáculo de masas. Sin dudad, los denominados "reality shows" como Gran Hermano son una puesta en escena de la sociedad de la vigilancia, que en realidad es mucho más cruda y perseguidora.


Consecuencias culturales de la revolución digital

Así como los inventos que fue desarrollando el hombre provocaron cambios en su vida cotidiana, no lo es menos para la cultura. Antes dijimos que cada adelanto tecnológico era comprendido desde el paradigma del anterior. Ahora bien: con el paradigma digital es posible cumplir un sueño cultural acariciado muchos años antes: la idea de texto abierto, de interactividad autor-obra, y la recuperación total de los sentidos perdidos en la era tipográfica. Todo esto es lo que permite el hipertexto, que tiene sus antecedentes culturales en la teoría de la complejidad, desarrollada por Edgar Morin.

De la teoría de la complejidad al postestructuralismo francés

Con el pensamiento de Descartes, en el siglo XVII se generaliza un tipo de pensamiento que regiría a toda la modernidad y que denominaremos  paradigma de la simplicidad. Se lo puede caracterizar como racionalista (la razón es omnipotente y nada existe fuera de ella), universalista, objetivista (se deja del lado el subjetivismo), cuantitativo y disociativo (tiende a separar las cosas para analizarlas). Este paradigma de la simplicidad se construyó sobre la idea de un hombre capaz de procesarlo todo por su capacidad de razonamiento, y de poner en duda hasta la misma concepción de Dios. A principios del siglo XX, se produce un cambio de paradigmas: entran en crisis los sustentos que dieron pie a la modernidad, y la realidad, antes mecanicista y monosémica (entendida de un solo sentido), es concebida como un universo complejo y caótico. El proyecto iluminista de la Enciclopedia de Diderot y D´Alambert antes mencionado, está enmarcado dentro de esta visión omniabarcadora y organizadora de la realidad.

Por otra parte, el paradigma de la complejidad es en gran medida lo contrario al anterior. Es inclusivo (asume la incertidumbre de no poder conocerlo  todo), es incompleto (nunca se acaba), articulatorio (integra diferentes campos de conocimiento), integra al sujeto y al objeto, es interdisciplinario, utiliza la totalidad de las potencias humanas, y es dialógico (relaciona términos contrarios). Pero la diferencia más importante es que el paradigma de la complejidad incluye al hombre y su punto de vista en el estudio de la realidad en forma autocrítica, lo que no hacía el paradigma anterior, que confiaba ciegamente en el poder de la razón.  Este paradigma de la complejidad tiene muchos puntos de contacto con el pensamiento posmoderno, que postula la crisis de los grandes relatos, entendidos como los ideales o principios generales sobre los que se construyó la modernidad. El pensamiento posmoderno niega el poder omnisciente de la razón y lo descompone en diversidad de puntos de vista, no cree en modelos imitables ni en discursos hegemónicos, y en los casos más extremos, llega a hablar de muerte de las ideologías.

Si antes se podía identificar al paradigma de la simplicidad con una estructura centralizada, con un poder proveniente de una jerarquía bien identificada, el paradigma de la complejidad desarrolla la estructura de la red, donde no hay una jerarquía, sino que cada parte asume el lugar de nodo, del cual salen y se proyectan nuevas relaciones, y así se diluyen los puntos de vista centrales.

Dentro del pensamiento postmoderno, que pone en crisis a los grandes relatos de la modernidad (entendidos como los fundamentos del paradigma de la simplicidad descrito en el punto anterior), y gracias al surgimiento del psicoanálisis de Freud, se plantea que la conciencia ya no es algo indubitable, sino que debajo de ella operan fuerzas inconcientes. Esas fuerzas, como no puede ser de otra manera, están presentes en los textos, por lo cual es lícito pensar que no existen interpretaciones unívocas de los mismos, así como no existe un punto de vista único de la realidad. Esta idea de plurisignificación de los textos se arrastra desde la invención del alfabeto, pero fue llevada hasta las últimas consecuencias por los pensadores postestructuralistas que se enmarcan en esta corriente (Roland Barthes, Jacques Derrida y Michel Foucault), y quienes consideran a cualquier manifestación cultural como texto, como discurso susceptible de ser analizado. Desde este punto de vista, el lenguaje es considerado siempre como metafórico: un sistema de signos que no remite a una realidad, a la esencia constante de una cosa, porque esa esencia no existe. Existe un mundo independientemente del lenguaje, y éste es solo un intento de descripción, falible y limitado. El individuo, sujeto y objeto de ese lenguaje,  incorpora modos de entender esa realidad compleja e inasequible. Desde esta perspectiva, la teoría crítica literaria postula que los textos (no sólo hablan de libros, sino de imágenes y sonidos) brindan una interpretación de la realidad, una entre muchas. Sin embargo, tradicionalmente se ha naturalizado un prejuicio: el que los libros dicen la verdad, que lo que describen los textos es verdadero. Este prejuicio se extiende hasta nuestros días. Basta con comprobar el rigor de verdad que se le atribuye al libro en algunos establecimientos educativos (incluso existe una jerarquía: se le da más importancia a un texto literario que a un texto televisivo, por ejemplo).


La incidencia cultural del hipertexto

El concepto de hipertexto proviene de los avances técnicos de la informática, y fue acuñado en los años sesenta por Theodor Nelson, quien en "Literary Machines" así lo define:
"un tipo de escritura no secuencial,  un texto que bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques conectados entre sí por nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario"

Esta posibilidad de interactividad para el lector acentúa el carácter abierto de la obra, y reconfigura el lugar de poder que siempre ocupó el autor, para otorgarle un status superior al lector, que se transforma en co-autor de la obra. Esta noción se opone a las dos características fundamentales de la escritura tradicional: la linealidad y la jerarquía. George Landow establece una relación entre el hipertexto y la teoría crítica:

"Los numerosos paralelismos entre el hipertexto y la teoría crítica presentan muchos puntos de interés, de los cuales tal vez el más importante sea el hecho de que la teoría crítica promete teorizar el hipertexto mientras que este promete encarnar y, así, demostrar varios aspectos de la teoría, sobre todo los relativos a textualidad, narrativa y a los papeles o funciones de lector y escritor"
(Hipertexto, pág. 14)
Núria Vouillamoz se anima aún más y relaciona el hipertexto con el posmodernismo:

"la incorporación de la hipermedia a la literatura debe ser entendida como la evolución necesaria de la posmodernidad literaria"
(Literatura e hipermedia, pág. 32)

Ahora, si ampliamos el concepto de hipertexto a multimedia, no sólo se trata de manipular textos, sino que incorporamos imágenes (fijas y en movimiento), sonidos, música, animaciones..., es decir, se rompe con la estrechez de la tipografía tradicional para dar paso a un "lenguaje global" de acuerdo a la expresión macluhaniana. Es por eso que el paradigma digital significa una revolución espectacular: Landow la ubica a la misma altura que la revolución tipográfica.

Muchos autores coinciden en que el hipertexto, como realización técnica de la teoría crítica, restituye la complejidad del pensamiento humano. Rodríguez de las Heras demuestra que existe un paralelismo evidente entre la memoria humana y el funcionamiento de los ordenadores:
"llevamos en nuestro interior la mejor prueba y la mejor experiencia de cómo se organiza una gran masa de información"
(Navegar por la información, pág. 20)

Durante una entrevista, Umberto Eco  aseguraba que la computadora, con la posibilidad de borrar, editar y finalmente imprimir, cumple con el sueño de escribir a la velocidad del pensamiento, sin los condicionamientos psíquicos que provocaba la vieja máquina de escribir.
En síntesis, el pensamiento complejo, por naturaleza asociativa y descentrado, encuentra en el hipertexto y su plataforma digital, la posibilidad de desarrollar un lenguaje propio y despojado de los condicionantes de la cultura tipográfica, que había desarrollado el sentido de la vista y la artificialidad del signo descontextualizado. Ahora, el lector tiene la posibilidad de elegir diferentes caminos, y de asociar unas ideas con otras a través de enlaces. Incluso él mismo puede rescribir la obra, que nunca queda conclusa. Ahora, el lector, tiene una cuota de poder.


Una alternativa cultural en el mundo digital


El sesgo de la tecnología

Retomando a McLuhan, una de las ideas más importantes que elaboró este autor, fue el concepto de que los medios tecnológicos (especialmente los de comunicación) son extensiones de capacidades humanas: así, el auto es una extensión de los pies, los anteojos de la vista, etc. Pero no termina allí: el uso de esos medios no sólo redundan en un beneficio para el hombre, sino que modifican su contacto con la realidad: "el medio es el mensaje". Así, si nos acostumbramos a ver el mundo desde el tamiz nunca transparente de la tecnología, podemos llegar a creer que la realidad es de determinada forma, y seríamos engañados por las herramientas que deben estar a nuestro servicio. El engaño permanece si seguimos sosteniendo el mito de la neutralidad tecnológica. Una solución tangible sería estar en contacto directo con la realidad, no mediatizada por esos inventos. Pero en la era digital globalizada resulta casi imposible comprobar la veracidad de lo que percibimos. Antes con los satélites de comunicaciones, la televisión y ahora con Internet, nos llegan visiones sobre un mundo lejano al que de otra manera no accederíamos jamás. ¿Cómo comprobar el rigor de verdad de lo que nos muestra la pantalla?. El presente ensayo, que pretende ser una visión abarcadora de la relación entre los inventos y lo que éstos dicen de la realidad, permite sacar algunas conclusiones que a continuación se detallan:
la tecnología nunca es neutral: siempre hay un poder en manos de alguien, y esa neutralidad se alimenta del aura de objetividad de la que goza todo instrumento técnico de observación
los inventos se pueden ubicar en un contexto socio-cultural-económico que condicionan sus posibilidades y moldean sus características (esto rompe con otro de los mitos que se tejen alrededor de las tecnologías: el pensar que están dadas, que son inescrutables y que no se pueden modificar)
al contrario de lo que dice la filosofía racionalista, la tecnología siempre modifica la percepción de la realidad, nunca es transparente
son herramientas que nacen como una necesidad que el hombre quiere satisfacer, y puede llegar un momento en que no cumpla más esa función y deba ser descartada


El peso de la agenda global

Hoy se habla de "globalización cultural" como si todas las culturas pudieran darse a conocer por igual, y el paradigma digital hace de Internet su figura principal. Pero, habiendo ya establecido la arbitrariedad y manipulación de los motores de búsqueda en Internet, que favorecen a unas culturas sobre otras, no se puede dejar de decir que la tan mentada globalización cultural (que por otra parte se ha convertido en un slogan de marketing de las empresas informativas), no es más que otro mito creado por la cultura dominante. En todo caso, se trata de una globalización de culturas hegemónicas de los países centrales, y más precisamente de los Estados Unidos. Esa hegemonía se establece a través de la agenda global que esos países imponen: de los temas que se debe o que no se debe hablar. Por eso, si comparamos esa agenda con la Enciclopedia de Diderot del siglo XVIII, se puede establecer que detrás del invento francés había un proyecto iluminista, que encerraba una manera abarcadora de ver el mundo, con la idea de conocer y sumar las diferencias para incorporarlas en un mismo plafón, sumando al "otro" como riqueza para la generalidad. Claro que la agenda iluminista de la Enciclopedia establecía un criterio de ordenación y clasificación de disciplinas, muy discutible y arbitrario. Pero no se puede dejar de reconocer su variedad. Muy por el contrario, el proyecto de agenda que se esconde detrás de los buscadores de Internet y las agendas globales como la Encarta, devuelven una imagen del mundo homogeneizada, hipersimplificada, y acomodada de acuerdo a ciertos intereses económicos.

"Microsoft, así como también el conjunto de buscadores que operan en Internet, actúa, en cambio, y al mismo tiempo como un desregulador pronorteamericano de los problemas que nos presenta la humanidad”
(Aníbal Ford, 1998)

En el libro "Internet: búsquedas y buscadores", Laura Siri agrega otra diferencia más a la agenda de los search engines y enciclopedias globales con respecto al proyecto iluminista :

"mientras que la obra de los enciclopedistas fue construida por filósofos, científicos y gente de letras, hoy la Internet y otros medios interactivos son el fruto de knowledge managers, cuya formación es más técnica que vinculada a las ciencias y las artes, y cuyas metodologías imponen sobre sus productos el halo de neutralidad ideológica tradicionalmente atribuidos a los algoritmos computacionales".                
(Internet: búsquedas y buscadores, pág. 18)

Gracias a la globalización económica, potenciada por la desregulación de las comunicaciones, los países centrales hacen sentir su hegemonía sobre el Tercer Mundo, y, antes que acercar los polos entre quienes tienen y quienes no (tanto bienes materiales como medios tecnológicos o  información) acentúan cada vez más la distancia:

"Así como se ha señalado el crecimiento de diversas brechas entre riqueza y pobreza, también crece la brecha entre inforricos e infopobres mientras se acentúa la tendencia de los conglomerados massmediáticos a invertir en zonas rentables y cae, con la reestructuración del Estado, la comunicación como servicio público." (Aníbal Ford, La marca de la bestia, pág. 117)

El investigador francés Dominique Wolton es uno de los referentes a nivel mundial de la tendencia -enfrentada a la concepción estadounidense liderada por el MIT- que sostiene que Internet es sólo un adelanto técnico más, no un invento que vaya a cambiar al mundo. A continuación, se reproduce un fragmento de una entrevista que le hacen al pensador en el periódico digital español La Vanguardia:
Periodista: Tengo la impresión de que usted, en el siglo XV, hubiese criticado la imprenta!
Wolton: Sí, si hubiera visto que ese instrumento técnico no se usaba para un proyecto social. Pero en aquel caso la imprenta dio alas a la crítica contra la Iglesia católica, promovió la conciencia individual: fue útil a un proyecto! Lo interesante es el proyecto. El proyecto es lo que da sentido a la técnica, y no al revés!
Periodista: Y usted no le ve proyecto a Internet.
Wolton: No veo proyecto colectivo. Sólo técnica...
Para Wolton, la web sólo sirve a intereses económicos. Y no se equivoca: un estudio sobre los buscadores de Internet, realizado en 1999 por especialistas norteamericanos financiados por la multinacional NEC, estableció que:

"los sitios comerciales constituían el 83 por ciento de la Internet públicamente accesible y que los buscadores albergaban sólo un 6 por ciento con contenidos educativos o científicos"
(Internet: búsquedas y buscadores, pág. 22)



Hacia una agenda local

A manera de conclusión, una alternativa posible en este marco de globalización cultural y en medio del nuevo escenario planteado por las comunicaciones del paradigma digital, consiste en elaborar una agenda local, que establezca cuáles son los problemas de los que se debe hablar. Claro que para esto no se deben importar soluciones foráneas, ni creer que si un modelo económico o una receta funcionó en un país también lo debe hacer en otro. Entonces, la decisión se vuelve profundamente política: los centros del poder trasnacional, que no respetan barreras, ni aduanas, ni idiosincrasias culturales locales, y que desde organismos internacionales acostumbran a indicar  qué se debe hacer (muchas veces a través de variados mecanismos de coerción); nunca van a querer compartir el poder de ser emisores en este esquema de comunicación que tiene el mayor peso en uno de sus polos.

Desde la invención de la escritura, pasando luego por la imprenta hasta llegar a la revolución digital, siempre se trató de lo mismo: el emisor es el que tiene el poder, y el manejo y acceso a las nuevas técnicas son decisivos a la hora de determinar quién es el director de la orquesta y quién es el que sólo se limita a ejecutar una partitura establecida de antemano. Justo cuando el paradigma digital ofrece la alternativa de construir un saber complejo y participativo a través de un lenguaje hipertextual que lleva hasta sus últimas consecuencias la idea de la plurisignificación, el poder globalizado hegemónico defiende su verdad, y logra -a través de mecanismos a veces sutiles y otras evidentes- que sea aceptado como discurso verdadero y neutral. Por eso, el acceso a la denominada "sociedad de la información" no debe ser solamente desde el lado del receptor, dejando que otros sean los que hablen de la diversidad cultural: se debe jugar un activo rol de emisor de nuevos mensajes, nuevas concepciones del mundo; en definitiva, se trata de ejercer un poder descentralizado y verdaderamente democrático.

 


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:


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WOLTON, DOMINIQUE. Entrevista publicada en www.vanguardia.es, España, 2001


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VOUILLAMOZ, NÚRIA. Literatura e Hipermedia. La irrupción de la literatura interactiva: precedentes y crítica.  Barcelona, Paidós, 2000.


DIARIO CLARÍN. suplemento Cultura, Entrevista a Umberto Eco. La droga de la Computadora. Buenos Aires, 6 de Noviembre de 1996.


FOUCAULT, MICHEL. Vigilar y castigar. Madrid, Siglo XXI, 1976.
                                         - La arqueología del saber. México, Siglo XXI, 1970.  


ECO, UMBERTO. La estrategia de la ilusión. Barcelona, Lumen, 1999.


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